La sociología del desarrollo es el estudio de las causas y consecuencias del cambio económico en la sociedad. El estudio del desarrollo ha sido uno de los aspectos fundamentales de la sociología desde los inicios de la disciplina. Las visiones contrapuestas de la Ética Protestante de Weber y el Espíritu del Capitalismo (1904-5) y El Capital de Marx (1867) han hecho que los debates sobre el ascenso y la evolución del capitalismo sean centrales en los debates teóricos centrales de la sociología. El análisis de las causas y consecuencias del desarrollo ha sido el estímulo que produjo el desarrollo del funcionalismo parsonsiano, así como los desafíos neomarxistas y basados en sistemas mundiales a los modelos de sistemas. Considerar la interrelación entre el desarrollo económico y la vida personal ha estimulado muchos de nuestros modelos de demografía, en particular los de cambios en la fecundidad y la mortalidad. Los modelos de migración se han arraigado sistemáticamente en la dinámica del desarrollo. Los análisis de las transformaciones históricas de los roles de género y la ideología de género invocan sistemáticamente la interacción dialéctica entre las fuerzas del desarrollo económico, la participación de la mujer en la fuerza de trabajo, el poder dentro de la familia y la cultura de género. La sociología política se ha comprometido sistemáticamente con el papel del Estado en la producción del desarrollo económico, y el papel del cambio económico en la redistribución del poder entre los actores sociales. La sociología económica recurre constantemente al desarrollo económico como escenario natural para las pruebas de sus teorías.
La Sociología del desarrollo investiga las prácticas y los procesos de cambio social. En este sentido, la sociología del desarrollo aborda desafíos intelectuales acuciantes: migración interna e internacional, transformación de regímenes políticos, cambios en la formación de hogares y familias, cambio tecnológico, crecimiento demográfico y económico sostenible (e insostenible), y producción y reproducción de la desigualdad social y económica.
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está en el centro de la empresa sociológica. Existe un debate saludable sobre la importancia relativa de los fundamentos materiales y culturales del desarrollo y, con ellos, de la sociedad. El Marx vs El debate de Weber sobre los orígenes del capitalismo estimuló a las generaciones posteriores de sociólogos a desarrollar su propia declaración sobre los determinantes materiales vs.culturales de la industrialización y el surgimiento de las sociedades modernas. Los weberianos han buscado los equivalentes funcionales del protestantismo en otras partes del mundo. (Eisenstadt, 1968) Otros sociólogos han ampliado el análisis de Weber para identificar una amplia gama de factores culturales y organizativos necesarios para transformar las sociedades tradicionales en economías modernizadoras, como un «interés en la mejora material» (Levy, 1966), una demanda de autonomía institucional que comenzó en las iglesias protestantes pero se extendió a los ámbitos político y económico (Fulbrook, 1983), un «estado disciplinario» (Gorski, 2003), una «formación social manufacturera» (Gould, 1987) o una «cultura mundial» (Meyer, 1997).
En contraste, los estudiosos que comparten la preferencia de Marx por los modelos materialistas (Chirot 1985, Collins 1986, Hall 1985) argumentan a favor de la centralidad del poder en la formación del capitalismo – y la capacidad de las élites para transformar las instituciones económicas para su propio beneficio. Mann (1993) sostiene que el capitalismo surgió de los intersticios de estructuras creadas por actores con poder social. Lachmann (2000), en un estudio comparativo del desarrollo capitalista temprano en Europa occidental, encuentra que el desarrollo capitalista fue al principio un resultado inadvertido de conflictos entre las élites feudales. Wallerstein (1974-89, Arrighi 1994, Chase-Dunn y Hall 1997) enfatizan las relaciones internacionales de dominación, ya sea a través de mecanismos de mercado o de la fuerza coercitiva asociada con el imperio. Desde este punto de vista, el éxito de Europa vino directamente de su explotación y subdesarrollo de China y el resto de la periferia capitalista. En obras importantes, Tilly (1990) y Mann (1993) ofrecen un recordatorio de la profunda relación del desarrollo capitalista con la formación del Estado y la construcción de la guerra. La acumulación capitalista «primitiva» se vio profundamente afectada por la coerción y el imperialismo. Los sociólogos que miran al capitalismo tardío harían argumentos similares, vinculando el desarrollo con la extracción de plusvalía del sur global, y el uso del keynesianismo militar para apoyar la acumulación de capital en el núcleo. (Frank, 1967, O’Connor, 1973, Hooks, 1991) Burlarse de la manera en que estos procesos políticos y económicos se entrelazan y operan de acuerdo con lógicas distintas es un desafío central para los académicos contemporáneos centrados en el desarrollo.
Los weberianos han respondido al desafío de desarrollar modelos transnacionales introduciendo los conceptos de globalización y cultura global, fuerzas capaces de restringir a las naciones y los estados (Meyer et al. 1997). A lo largo del debate sobre la globalización, que ahora impregna la sociología como disciplina, el énfasis en el desarrollo sigue siendo una preocupación central.
La sociología del desarrollo ha sido un componente esencial del estudio sociológico de la estratificación y la desigualdad. Los sociólogos del desarrollo abordan ambas diferencias nacionales
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en ingresos per se (O’Hearn 2001) y una amplia variedad de otros indicadores de bienestar humano (ver Jorgenson et al.el examen de 2007 de la desigualdad ambiental a escala mundial). Los sociólogos del desarrollo también abordan la desigualdad espacial interna de los estados-nación (Hechter 1999; Logan y Molotch 1985; Massey y Denton 1993). Utilizando métodos cuantitativos y cualitativos, este cuerpo de trabajo destaca la variación espacial en los patrones de desigualdad y diferencias de poder (Lobao, Hooks y Tickamyer 2007; McCall 2001; Pelow 2002).
El desarrollo también ha sido central en los debates microsociológicos. La importancia del desarrollo para la dinámica demográfica es bien conocida y se resume en la revista Population and Development Review. Las teóricas feministas han dirigido su atención a la cuestión del género y el desarrollo, abordando cuestiones de trabajo femenino de bajos salarios, el aumento de los regímenes laborales basados en el género y la migración dentro de la ocupación femenina tipificada por sexo. Los estudiosos de género y desarrollo también consideran las interrelaciones entre el cambio económico, la familia, las instituciones culturales patriarcales y la movilización de las mujeres. (Beneria y Feldman 1992, Tiano 1994, Moghadam 2005) El material empírico del desarrollo ha sido tan rico que ha sido un elemento básico para los sociólogos que trabajan en prácticamente todos los niveles de análisis.