El tratamiento de la obesidad es una de las principales medidas disponibles en la actualidad en el campo de la medicina preventiva. En particular, la epidemia coronaria de la civilización occidental se detendría, y la mayoría de los casos de diabetes de inicio de madurez se evitarían, si la obesidad se tratase de manera efectiva. Las drogas anoréxicas actúan principalmente sobre el centro de saciedad en el hipotálamo para producir anorexia. También tienen varios efectos metabólicos que involucran el metabolismo de grasas y carbohidratos, pero muchos de estos pueden ser secundarios a la pérdida de peso. La mayoría de las drogas están relacionadas directa o indirectamente con la anfetamina y además actúan aumentando la actividad física general. Los medicamentos anoréxicos tienden a perder su efecto después de algunos meses, y parte de esta reducción en el efecto puede deberse a alteraciones químicas producidas por los medicamentos en el cerebro. Todos los medicamentos, con la excepción de la fenfluramina, tienen un efecto estimulante sobre el sistema nervioso central en algunos individuos, lo que resulta en inquietud y nerviosismo, irritabilidad e insomnio. La fenfluramina comúnmente produce somnolencia en dosis normales, pero tiene efectos estimulantes con sobredosis. La dexanfetamina, la fenmetrazina y la benzfetamina tienden a causar euforia y, por lo tanto, el riesgo de adicción es considerable. La euforia ocurre ocasionalmente con el dietilpropión, la fentermina y la clorfentermina, pero en mucha menor medida. Los efectos secundarios también ocurren debido a la estimulación simpática y la irritación gastrointestinal. Estos efectos secundarios pueden hacer que algunas personas dejen de tomar el medicamento, pero nunca son graves o peligrosos. Pueden producirse interacciones medicamentosas con inhibidores de la monoaminooxidasa y, en un grado clínicamente insignificante, con fármacos antihipertensivos. Los medicamentos anoréxicos tienen un papel muy definido que desempeñar en el tratamiento de la obesidad, principalmente para aquellos individuos que han alterado sus hábitos alimenticios pero han llegado a una meseta de peso que les resulta difícil obtener por debajo. Los medicamentos se administran mejor en una forma de acción prolongada y se pueden continuar de forma segura mientras persista la pérdida de peso, siempre que el médico ejerza una supervisión cuidadosa. La dexanfetamina, la fenmetrazina y la benzfetamina rara vez se deben usar debido al peligro de adicción, y la clorfentermina es potencialmente peligrosa para el uso a largo plazo. El dietilpropión emerge como el fármaco de primera elección, ya que la fenfluramina tiene una tendencia a causar depresión y tiene una mayor incidencia de efectos secundarios. La fenfluramina es principalmente útil para las personas que están especialmente tensas y para los diabéticos obesos de inicio de madurez que no han podido perder peso con las biguanidas. El mazindol y la fentermina parecen ser útiles como medicamentos alternativos.