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Los pacientes que presentan deterioro en el funcionamiento académico, cognitivo, social y vocacional podrían estar luchando con un trastorno de aprendizaje no reconocido. El diez por ciento de la población de los Estados Unidos tiene algún tipo de discapacidad de aprendizaje, y hasta el 40% de las personas con trastornos de aprendizaje pueden cumplir con los criterios de diagnóstico de un trastorno psiquiátrico.1,2 Algunos trastornos del aprendizaje afectan la capacidad de una persona para leer, escribir o hacer matemáticas, mientras que el trastorno del aprendizaje no verbal (NLD) menos reconocido afecta el funcionamiento social y emocional de niños, adolescentes y adultos. Las características comunes de la LND incluyen:
- déficits en el procesamiento de información no lingüística
- déficits de prosodia del habla
- dificultad para leer expresiones faciales
- deterioro asociado en el funcionamiento interpersonal.
La gravedad de estos déficits varía entre individuos con DLN. Los pacientes pueden experimentar síntomas crónicos de baja autoestima, ansiedad y estado de ánimo debido a su capacidad limitada para expresar sus sentimientos dentro de un contexto social apropiado. El NLD puede diagnosticarse primero erróneamente como trastorno de déficit de atención / hiperactividad (TDAH), trastorno bipolar (BD) o trastorno de Asperger.
En este artículo revisamos la neurofisiología subyacente de la DLN y presentamos un enfoque clínico para estos pacientes, que incluye el diagnóstico diferencial y los factores que permitirán a los médicos distinguir la DLN de las afecciones psiquiátricas con superposición sintomática y sindrómica. También describimos el tratamiento para pacientes con DLN.
El proceso de aprendizaje
El aprendizaje es un proceso cognitivo de adquisición y procesamiento de información y experiencias del entorno que nos permite adquirir conocimientos, habilidades y habilidades sociales. Cuando aprendemos a relacionarnos con los demás, experimentamos cambios neurofisiológicos que posteriormente influyen en el comportamiento y la forma en que entendemos nuestro entorno. Los déficits en los procesos de aprendizaje o la capacidad de adquirir habilidades relacionales resultan en una regulación de afecto deficiente con respecto a los demás y pueden conducir a una baja autoestima, depresión, ansiedad, conflicto interpersonal e ira hacia los demás. El aprendizaje influye en la capacidad de una persona para navegar las relaciones sociales y tener un desempeño académico y laboral.
El impacto de los déficits de aprendizaje puede aumentarse en la edad adulta después de que un individuo haya sufrido años de inseguridad y baja autoestima. Los adultos con problemas de aprendizaje a menudo buscan tratamiento psiquiátrico como resultado de su decepción por las dificultades en las relaciones y el trabajo. La DLN puede coexistir o imitar otros trastornos neuropsiquiátricos. Por ejemplo, el comportamiento problemático dentro de una familia o en el lugar de trabajo es una razón común para derivar a un psiquiatra. Estos comportamientos pueden verse influenciados por los síntomas de la DLN de un paciente, lo que puede complicar el diagnóstico y el tratamiento.
Las personas con DLN tienen un mayor riesgo de depresión debido a fallas en la adaptación, pérdida de autoestima, psicopatología interiorizada y otras tensiones sociales y emocionales. Además, las personas con LND pueden experimentar múltiples deficiencias psicosociales, incluida la dificultad para mantener el empleo, alcanzar los objetivos y mantener las relaciones.3
Una presentación variable
La DLN se ha asociado con disfunción hemisférica derecha.3 Para una descripción de la neurofisiología de la NLD, consulte este artículo en CurrentPsychiatry.com. En la infancia, la NLD puede presentarse como déficit en:
- procesamiento de información no lingüística
- expresión o comprensión de componentes no verbales del lenguaje, como el tono, el volumen o la velocidad del habla (aprosodia)
- lectura de expresiones faciales
- funcionamiento social o emocional, como dificultad para comprender situaciones sociales, violaciones del espacio personal o dificultad para aprender de experiencias emocionales pasadas.4
El alcance de estos déficits varía entre los pacientes. De niños, los pacientes con NLD a menudo muestran fortalezas en la memoria verbal de memoria, la mecánica o la forma del lenguaje hablado y la lectura de palabras. Estos niños pueden ser hiperverbales y usar el lenguaje a un nivel más alto de lo esperado para su grupo de edad, lo que puede enmascarar algunas dificultades de aprendizaje y retrasar el diagnóstico.
A lo largo de la vida, la NLD se manifiesta como dificultad para interactuar con los compañeros. Los niños con LND pueden tener dificultades para jugar con otros y hacer amigos y, como resultado, pueden sentirse socialmente aislados. Sin las habilidades críticas de reciprocidad social o comprensión del contexto social, los pacientes con DLN a menudo tienen muchas amistades superficiales, pero carecen de relaciones profundas.4,5
Los pacientes con DLN pueden confiar en sus habilidades verbales para relacionarse socialmente y aliviar la ansiedad y tienden a retirarse de las situaciones sociales a medida que se dan cuenta de sus déficits.
La DLN se puede caracterizar sobre la base de déficits primarios, secundarios y terciarios. Los déficits primarios en la percepción táctil y visual y las habilidades psicomotoras complejas conducen a déficits secundarios en la atención y el comportamiento exploratorio, que conducen a déficits terciarios en la memoria y la función ejecutiva.6
Dada la presentación variable de la DLN, los médicos deben permanecer atentos a este posible diagnóstico en pacientes con antecedentes de múltiples fallas de farmacoterapia o psicoterapia por trastornos del eje I. El uso de pistas de los síntomas descritos en el Cuadro 17 puede proporcionar información necesaria para derivar a pruebas psicoeducativas formales para diagnosticar la DLN. El diagnóstico temprano puede ayudar a tratar los síntomas de la DLN y adaptar el tratamiento de la psicopatología comórbida.7 La NLD es una discapacidad crónica y, al igual que otras discapacidades de aprendizaje, las intervenciones tempranas y específicas iniciadas por padres, maestros y médicos pueden mejorar los resultados.