Todos sabemos ese momento cuando estamos en el coche, en un concierto o incluso sentados en nuestro sofá y se toca una de nuestras canciones favoritas. Es el que tiene ese acorde realmente bueno, inundando su sistema con emociones placenteras, recuerdos alegres, haciendo que su cabello se pare al borde e incluso enviando un escalofrío o «escalofrío» por su columna vertebral. Aproximadamente la mitad de las personas tienen escalofríos al escuchar música. Los neurocientíficos con sede en Francia ahora han utilizado el EEG para vincular los escalofríos a múltiples regiones cerebrales involucradas en la activación de los sistemas de recompensa y placer. Los resultados se publican en Frontiers in Neuroscience.
Thibault Chabin y sus colegas de la Université de Bourgogne Franche-Comté en Besançon escanearon EEG los cerebros de 18 participantes franceses que experimentan escalofríos regularmente al escuchar sus piezas musicales favoritas. En un cuestionario, se les pidió que indicaran cuándo experimentaron escalofríos y calificaran su grado de placer de ellos.
» Los participantes de nuestro estudio pudieron indicar con precisión momentos «productores de escalofríos» en las canciones, pero la mayoría de los escalofríos musicales ocurrieron en muchas partes de los extractos y no solo en los momentos predichos», dice Chabin.
Cuando los participantes experimentaron un escalofrío, Chabin vio actividad eléctrica específica en la corteza orbitofrontal (una región involucrada en el procesamiento emocional), el área motora suplementaria (una región del cerebro medio involucrada en el control del movimiento) y el lóbulo temporal derecho (una región del lado derecho del cerebro involucrada en el procesamiento auditivo y la apreciación musical). Estas regiones trabajan juntas para procesar música, activar los sistemas de recompensa del cerebro y liberar dopamina, una hormona y neurotransmisor para sentirse bien. Combinado con la placentera anticipación de tu parte favorita de la canción, esto produce el escalofrío que experimentas, una respuesta fisiológica pensada para indicar una mayor conectividad cortical.
«El hecho de que podamos medir este fenómeno con EEG brinda oportunidades de estudio en otros contextos, en escenarios más naturales y dentro de los grupos», comenta Chabin. «Esto representa una buena perspectiva para la investigación de emociones musicales.»
El EEG es una técnica no invasiva y de alta precisión que escanea las corrientes eléctricas causadas por la actividad cerebral utilizando sensores colocados en la superficie del cuero cabelludo. Al experimentar escalofríos musicales, las señales eléctricas de baja frecuencia llamadas «actividad theta», un tipo de actividad asociada con el desempeño exitoso de la memoria en el contexto de altas recompensas y apreciación musical, aumentan o disminuyen en las regiones cerebrales que participan en el procesamiento musical.
«Contrariamente a las técnicas de neuroimagen pesadas, como la exploración por PET o la IRMF, el electroencefalograma clásico se puede transportar fuera del laboratorio a escenarios naturales», dice Chabin. «Lo que es más intrigante es que la música parece no tener ningún beneficio biológico para nosotros. Sin embargo, la implicación de la dopamina y del sistema de recompensa en el procesamiento del placer musical sugiere una función ancestral para la música.
Esta función ancestral puede estar en el período de tiempo que pasamos en anticipación de la parte «relajante» de la música. Mientras esperamos, nuestros cerebros están ocupados prediciendo el futuro y liberan dopamina. Hablando evolutivamente, ser capaz de predecir lo que sucederá a continuación es esencial para la supervivencia.
¿Por qué debemos seguir estudiando los escalofríos?
«Queremos medir cómo las actividades cerebrales y fisiológicas de múltiples participantes se combinan en entornos musicales sociales naturales», dice Chabin. «El placer musical es un fenómeno muy interesante que merece ser investigado más a fondo, para entender por qué la música es gratificante y descubrir por qué la música es esencial en la vida humana.»
Cómo se realizó el estudio:
El estudio se llevó a cabo en 18 participantes sanos, 11 mujeres y 7 hombres. Los participantes fueron reclutados a través de carteles en el campus y el hospital universitario. Tenían una edad media de 40 años, eran sensibles a la recompensa musical y experimentaban escalofríos con frecuencia. Tenían una variedad de habilidades musicales.
Se realizó un EEG de alta densidad mientras los participantes escuchaban 15 minutos de extractos de 90 s de sus piezas musicales más divertidas. Mientras escuchaban, se les dijo a los participantes que calificaran el placer que sentían subjetivamente e indicaran cuándo sentían «escalofríos». En total, se reportaron 305 escalofríos, cada uno de los cuales duró, en promedio, 8,75 segundos. Estos hallazgos implicaron un aumento de la actividad cerebral en regiones previamente vinculadas al placer musical en estudios de PET e IRMF.
Referencia:
Chabin T, Gabriel D, Chansophonkul T, et al. Patrones Corticales de Escalofríos Musicales Placenteros Revelados por el Electroencefalograma de Alta Densidad. Neurociencia Frontal. 2020;14. doi: 10.3389 / fnins.2020.565815