Es muy importante evitar la desinformación en este tema. En primer lugar decir, para evitar la estigmatización, que la hepatitis C no se transmite por contacto directo como tocarse, abrazarse o besarse. Tampoco se transmite por la tos o el estornudo, ni al compartir alimentos o bebidas.
El virus de la hepatitis C es de ‘transmisión hemática’, lo que significa que las personas se infectan por contacto directo con sangre infectada. Es importante saber que sólo si se produce este contacto directo sangre-sangre hay riesgo de transmisión. Las situaciones en las que puede darse este contacto sangre con sangre son las que se consideran situaciones de riesgo y en las que hay que estar alerta.
Las personas pueden estar infectadas por la hepatitis C y no manifestar síntomas y en muchos casos desconocer que son portadoras del virus. Puede producirse una transmisión si la sangre de quienes portan el virus y no presentan síntomas entra en contacto con la sangre o los tejidos de otra persona.
La mayoría de los pacientes se enteran de que son portadores del VHC de manera casual ya que no presentan síntomas específicos que evidencien la enfermedad. Por tanto son potenciales vectores de infección y pueden de manera involuntaria transmitir el virus. Así mismo cerca del 10% de los pacientes no saben cómo se han infectado con el virus de la hepatitis C.
Las formas más frecuentes de transmisión de la hepatitis C consisten en recibir sangre o hemoderivados infectados (por ejemplo, transfusión de sangre antes de 1992) y compartir agujas y jeringuillas al inyectarse drogas. Pero también puede transmitirse en otras situaciones de riesgo.
Transfusiones de sangre y hemoderivados (especialmente antes de 1992)
La hepatitis C se identificó en 1989, pero no se hicieron pruebas de cribado hasta unos años después cuando se desarrollaron técnicas para detectar el virus en la sangre de los donantes. La sangre y los hemoderivados no eran objeto de un cribado sistemático del virus de la hepatitis C antes de 1992, por lo que quizá haya estado expuesto al virus de la hepatitis C en caso de que haya recibido una transfusión de sangre antes de 1992. Si te preocupa poder estar infectado por haber recibido una transfusión de sangre durante este período, ponte en contacto con tu médico y pídele la prueba para descartar la infección.
Algunas personas no saben si han recibido una transfusión de sangre. Podrías haber recibido una durante:
- Cirugía de trasplante
- Intervenciones de cirugía mayor
- Hospitalización en cuidados intensivos
- Hemorragia incontrolada
Hoy día, la sangre y los hemoderivados que utilizan los médicos son objeto de un cribado sistemático del virus de la hepatitis C en la mayoría de los países y también se someten a procedimientos de inactivación de virus cuando procede. Desde que se introdujo el cribado sistemático de la sangre en cuanto a hepatitis C, el número de infecciones por transfusiones de sangre es significativamente menor. En caso de que te hayas sometido a alguno de los procedimientos anteriores en países en desarrollo, en los que sospeche que los recursos y la infraestructura sanitaria resultan insuficientes para incluir procedimientos de cribado de la sangre, deberías confirmar si existía un programa activo de cribado de la hepatitis C (y otras infecciones de transmisión hemática) en ese país y consultar a tu médico para someterte a pruebas si procediera.
Consumo de drogas
El consumo pasado o presente de drogas por vía intravenosa (inyectadas) es una situación de riesgo de transmisión muy importante, aunque sólo haya sucedido una vez. El hecho de compartir una aguja o jeringa, o el material utilizado para preparar la droga, podría haber permitido la transmisión del virus de la hepatitis C.
Para ampliar información leer: Compartir el equipo para preparar las drogas: una potencial fuente de transmisión de la hepatitis C
El hecho de compartir material para esnifar cocaína u otras drogas también es un factor de riesgo porque puede producir una corrosión de la mucosa nasal, con aparición de hemorragias nasales y exposición a la sangre de todo lo que se emplee para la inhalación (por ejemplo, billetes o pajitas). Nos referimos a los llamados «rulos» o «tubos», que pueden ser de papel o cartón (billetes, boletos…) o de otros materiales y que se utilizan para introducir la sustancia en polvo hasta el fondo de la cavidad nasal. Estudios científicos han demostrado la presencia del virus en las secreciones nasales de los usuarios de drogas que eran portadores de la infección, debido a pequeñas erosiones incluso imperceptibles para ellos mismos. El material genético del virus puede transferirse a los instrumentos empleados para esnifar drogas en polvo, y por lo tanto, es posible el contagio a otra persona que utilice el mismo instrumento.
Según el Departament de Salut de Catalunya, un 10% de la población de 15 a 64 años ha utilizado alguna vez en su vida cocaína intranasal (datos 2007), por lo tanto una de cada diez personas ha estado expuesta a la infección si utilizaron material compartido para inhalar la sustancia. Y además esto ocurre por desconocimiento, ya que así como la vía endovenosa está claramente señalada como peligrosa, usar drogas «por la nariz» tiene un falso halo de inofensividad. Pero la mucosa nasal está muy vascularizada y el paso de este pequeño virus (tiene la mitad de tamaño que el del VIH) al torrente sanguíneo por los micro capilares de la misma, es bien posible.
El contexto de consumo de cocaína suele ser festivo, nocturno, acompañado de alcohol, con desinhibición…con lo cual, la percepción del riesgo disminuye o es inexistente. Pero los posibles consumidores han de estar bien informados para que sean conscientes del riesgo de compartir el material para esnifar drogas y puedan escoger no hacerlo. Con información se tiene la posibilidad de la elección.
Si aún conociendo que compartir material de esnifar o inhalar drogas en polvo por la nariz, puede ser una vía de transmisión del VHC se decide consumir, la solución es sencilla: cada persona debe usar su propio material, aunque se consuma en grupo o en pareja y aunque se quiera compartir la sustancia y la diversión.
Otras causas de la transmisión de la hepatitis C
El contacto con sangre infectada también puede darse en las siguientes situaciones:
Procedimientos cruentos y otros procedimientos en los que se rompe la piel. Podría suceder en caso de que el equipo no se haya esterilizado o limpiado debidamente o de que se contamine accidentalmente con sangre, por ejemplo, durante:
- Hemodiálisis
- Acupuntura
- Realización de tatuajes o perforaciones. Leer este pdf para ampliar información:guia-tatuatges
- Afeitado
- Intervenciones odontológicas
- Tratamientos de belleza, manicura o peluquería.
La reutilización de equipos en procedimientos cruentos y otros procedimientos en los que se rompe la piel es un factor de riesgo importante de hepatitis C. Esto puede suponer un problema cuando los recursos son limitados, sobre todo la reutilización de jeringas en los países en vías de desarrollo.
Transmisión de la madre al feto durante el embarazo. Tan sólo el 5% de las mujeres con hepatitis C transmitirá el virus a sus hijos, lo que probablemente se produce durante el parto.
La transmisión sexual es muy poco frecuente pero no imposible. Riesgo de transmisión a través de las relaciones sexuales podría ser mayor cuando una mujer tiene la menstruación o cuando uno de los miembros de la pareja presenta lesiones genitales y en general en todas las prácticas sexuales que implican presencia de sangre. En todos los casos, las personas con hepatitis C que tienen más de una pareja sexual deben mantener relaciones sexuales sin riesgo (uso de preservativo). Normalmente, quienes mantienen relaciones heterosexuales estables con una sola pareja no necesitan modificar sus prácticas sexuales habituales.
Pinchazos accidentales en personal sanitario.